Final II


Política religiosa

Las relaciones con la Iglesia Católica fueron bastante complicadas: Rosas era un católico ferviente, pero siempre reclamó la continuidad del Patronato de Indias sobre la Iglesia en la Argentina.
Recibió a los jesuitas en 1836 y les devolvió algunos de sus bienes. Pero como éstos se declararan fieles al Papado en relación al patronato y se negaran a apoyar públicamente a Rosas en su iglesia, pocos años más tarde se enfrentaron al gobernador y hacia 1840 estaban enfrentados al Restaurador y terminaron exiliándose en Montevideo.
En todas las otras iglesias, los curas apoyaron públicamente a Rosas, celebraron misas en agradecimiento a sus éxitos y en desagravio a sus fracasos; los santos llevaban insignias de color punzó y el retrato de Rosas figuraba entre los altares a los santos.
Rosas toleró al obispo Mariano Medrano, electo durante el gobierno de Viamonte, pero no habría aceptado ningún otro que no contara con su aprobación. Esto es, se consideraba continuador del patronato eclesiástico que habían tenido los reyes de España.
Uno de los hechos más famosos de su gobierno fue la aventura de amor de Camila O’Gorman y el cura Ladislao Gutiérrez, que se escaparon juntos para formar una familia. Azuzado por la prensa unitaria desde Montevideo y Chile,n 4 por los propios federales, e incluso por el padre de la joven, el gobernador ordenó inesperadamente fusilarlos, lo que se cumplió en el campamento de Santos Lugares.

[editar]El sitio de Montevideo y una nueva rebelión correntina

Después de la victoria de Arroyo Grande, Oribe todavía tenía una cuenta que saldar: atacó a Rivera en el Uruguay, y se instaló frente a Montevideo, a la que le puso sitio con el apoyo de varios regimientos argentinos. Apoyado por Francia, Inglaterra y posteriormente Brasil, y defendido por refugiados argentinos y mercenarios europeos, Rivera logró que la ciudad resistiera hasta 1851. La flota porteña del almirante Guillermo Brown estableció el bloqueo del puerto, lo que hubiera significado la inmediata caída de la ciudad pero la escuadra anglo-francesa al mando del Comodoro Purvis, logró alejar a las embarcaciones de Buenos Aires y mantener así una vía abierta para abastecer a la población.
Rivera fue expulsado de la ciudad, pero Oribe nunca logró capturarla.
Durante todo ese tiempo, las mejores tropas de Buenos Aires quedaron inmovilizadas en el Uruguay. En la historia uruguaya, este período es conocido como la Guerra Grande.
Corrientes se volvió a alzar contra Rosas en 1843, bajo el mando de los hermanos Joaquín y Juan Madariaga, pero no lograron exportar su rebelión a las demás provincias.16
Tras más de cuatro años de resistencia, el nuevo gobernador entrerriano Justo José de Urquiza los venció en dos batallas, en Laguna Limpia y en Rincón de Vences. A fines de 1847, la Argentina quedó uniformemente alineada detrás de Rosas.

[editar]El bloqueo anglo-francés

El gobierno de Rosas había prohibido la navegación por los ríos interiores a fin de reforzar la Aduana de Buenos Aires, único punto por el que se comerciaba con el exterior. Durante largo tiempo, Inglaterra había reclamado la libre navegación por los ríos Paraná yUruguay para poder vender sus productos. En cierta medida, esto hubiera provocado la destrucción de la pequeña producción local, pero la única provincia beneficiada por esa política fue la de Buenos Aires, ya que se prohibía comerciar por los puertos fluviales.
Debido a esta disputa, el 18 de septiembre de 1845 las flotas inglesas y francesas bloquearon el puerto de Buenos Aires e impidieron que la flota porteña apoyara a Oribe en Montevideo. De hecho, la escuadra del almirante Guillermo Brown fue capturada por la flota británica.
La flota combinada avanzó por el río Paraná, intentando entrar en contacto con el gobierno rebelde de Corrientes y con Paraguay, cuyo nuevo presidente, Carlos Antonio López, pretendía abrir en algo el régimen cerrado heredado del doctor Francia. Lograron vencer la fuerte defensa que hicieron las tropas de Rosas, dirigidas por su cuñado Lucio Norberto Mansilla en la batalla de Vuelta de Obligadopero meses más tarde fueron derrotados en la batalla de Quebracho. Esas batallas hicieron demasiado costoso el triunfo, por lo que no se volvió a intentar semejante aventura.
Al saber las noticias sobre la defensa de la soberanía argentina en el Plata, el general José de San Martín, que vivía en Francia, escribió: “... Sobre todo, tiene para mí el general Rosas que ha sabido defender con toda energía y en toda ocasión el pabellón nacional. Por esto, después del combate de Obligado, tentado estuve de mandarle la espada con que contribuí a defender la independencia americana, por aquel acto de entereza, en el cual, con cuatro cañones, hizo conocer a la escuadra anglofrancesa, que pocos o muchos, sin contar los elementos, los argentinos saben siempre defender su independencia.” Ernesto Quesada, La época de Rosas. Ediciones Del Restaurador, Buenos Aires, 1950, pág. 63.
Ya en su testamento redactado el 23 de enero de 1844 —un poco más de un año y medio antes de Obligado— ya había legado susable corvo, la espada más preciada que tenía, la que había usado en Chacabuco y Maipú, al gobernador Rosas, el que la recibirá después del fallecimiento del libertador.
"El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de la América del Sud, le será entregado al General de la República Argentina don Juan Manuel de Rosas como una prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla."17 n 5
Gran Bretaña levantó el bloqueo en 1847, aunque recién en 1849, con el tratado Arana-Southern, no se concluyó definitivamente este conflicto. Francia tardó un año más, hasta la firma del tratado Arana-Lepredour. Estos tratados reconocían la navegación del río Paraná como una navegación interna de la Confederación Argentina y sujeta solamente a sus leyes y reglamentos, lo mismo que la del río Uruguay en común con el Estado Oriental.

[editar]La caída

Batalla de Caseros
Después de la retirada de Francia y Gran Bretaña, Montevideo sólo dependía delImperio del Brasil para sostenerse. Éste, que era garante de la independencia de Uruguay, había abusado de esa condición en provecho propio. Rosas consideró inevitable una guerra con Brasil, y pretendió aprovecharla para reconquistar lasMisiones Orientales. Declaró la guerra al Imperio y nombró comandante de su ejército a Justo José de Urquiza.
Varios personajes del partido federal acusaron a Rosas de lanzarse a esta nueva aventura sólo para eternizar la situación de guerra que éste usaba como excusa para no convocar una convención constituyente.
Los más inteligentes de sus opositores se convencieron de que no se podía vencer a Rosas sólo con los unitarios. El general Paz, por ejemplo, creía que alguno de sus caudillos subalternos era quien lo iba a derribar; y pensó en Urquiza.
Urquiza no sentía ningún anhelo de libertad diferente del de Rosas, aunque su estilo era distinto en varios aspectos. Pero a fines del año 1850, Rosas le ordenó que cortara el contrabando desde y hacia Montevideo, que había beneficiado enormemente a Entre Ríos en los años anteriores.n 6 Afectado económicamente, ya que el paso obligado por la Aduana de Buenos Aires para comerciar con el exterior era un problema económico de magnitud para su provincia, Urquiza se preparó a enfrentar a Rosas.
Pero no pretendió derrotar a un enemigo tan poderoso a la manera de los unitarios, lanzándose a la aventura; tras varios meses de negociaciones, acordó una alianza secreta con Corrientes y con el Brasil. El gobierno imperial se comprometió a financiar sus campañas y transportar sus tropas en sus buques, además de entregar enormes sumas de dinero al propio Urquiza para su uso personal, podemos creer que destinado a fines políticos.
El 1º de mayo de 1851, lanzó su Pronunciamiento, por el que reasumió la conducción de las relaciones exteriores de su provincia, aceptando inesperadamente la renuncia que todos los años Rosas hacía de las mismas.n 7
Urquiza tampoco se lanzó directamente sobre su enemigo, sino que primero atacó a Oribe en Uruguay. Lo obligó a capitular con él y entregar el gobierno a una alianza de los disidentes de su partido con los colorados de Montevideo. A continuación se apoderó del armamento argentino que formaba parte de las fuerzas de Oribe… y de sus soldados, que fueron incorporados al Ejército Grande de Urquiza como si fueran ganado.
Sólo entonces, Urquiza se trasladó a Santa Fe, derrocó allí a Echagüe y atacó a Rosas. Tras la defección de Pacheco, Rosas asumió el comando de su ejército,n 8 al frente del cual fue derrotado en la batalla de Caseros, el 3 de febrero de 1852.
Tras la derrota, Rosas abandonó el campo de batalla — acompañado sólo por un ayudante — y firmó su renuncia en el "Hueco de los sauces" (actual Plaza Garay de la ciudad de Buenos Aires):
" Creo haber llenado mi deber con mis conciudadanos y compañeros. Si más no hemos hecho en el sostén de nuestra independencia, nuestra identidad, y de nuestro honor, es porque más no hemos podido."
Muchos años más tarde, Urquiza declararía, en una correspondencia particular:
"Toda mi vida me atormentará constantemente el recuerdo del inaudito crimen que cometí al cooperar, en el modo en que lo hice, a la caída del General Rosas. Temo siempre ser medido con la misma vara y muerto con el mismo cuchillo, por los mismos que por mis esfuerzos y gravísimos errores, he colocado en el poder."18

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